Las riquezas en el mundo funcionan distinto a las riquezas de Dios. Las finanzas en el mundo trabajan a través de los sentimientos del hombre. O sea, a base de egocentrismo. ¿Qué quiere decir esto?, mientras más tiene el hombre, más quiere tener. Desde luego, esto no es malo. Lo malo estriba, en como administra su dinero. Si usted administra su dinero en forma egoísta, está cosechando una prosperidad egoísta. Pero si por el contrario, siembra o administra una semilla correcta o positiva, multiplicará una cosecha positive. Si Dios ama algo en el hombre, es la multiplicación. A Dios le agrada, que cuando El le entrega dinero al ser humano lo multiplique. Porque El sabe que cuando lo multiplica, obtiene bendición, pero cuando no, atraerá maldición (Mat. 25:15-30).
La pobreza de este mundo no la creo Dios, la inventó el mundo. Dios ha dado riquezas tan abundante a este planeta que fueron creados para que el hombre no tuviera necesidades económicas, pero los acaparadores poderosos han controlado esos bienes. Ante esa disyuntiva, inexorable y maldita, Dios ha creado un Plan para extenderle la mano al necesitado. Porque la esperanza del pobre, no radica en su trabajo, su negocio, su propio país o cualquier otro país, ni tan siquiera en el mundo de las finanzas, sino, en Dios. Solamente Dios, puede darle el curso a seguir, para su éxito financiero.